Muchos pacientes que sufren depresión mayor dicen que no quieren levantarse de la cama para hacer nada, sino que, al contrario, solo quieren dormir y pasar el día así. Un estado de apatía, falta de voluntad o iniciativa para realizar cualquier actividad (apatía) y somnolencia excesiva durante el día (hipersomnia), presentados conjuntamente, son en la mayoría de los casos un claro signo de la presencia de un trastorno depresivo. Es cierto que cada persona es diferente y que la depresión puede afectar a cada uno de forma diferente, pero hay una serie de síntomas depresivos comunes y frecuentes.
Casi de repente, sin darnos cuenta, llega un día en que no queremos levantarnos y sentimos que la cama es un buen refugio, salir de ella es una aventura, y cuando el solo pensar en levantarse, arreglarse y salir es difícil o parece una tarea imposible. También puede ser que en algún momento del día nos invada una inexplicable añoranza o sintamos muchas ganas de llorar sin motivo aparente.
Síntomas del síndrome de la casa
“Los síntomas del síndrome de la casa son muy similares a los síntomas que provocan las situaciones que provocan ansiedad, y con el tiempo pueden desarrollar lo que se conoce como fobia social”, apunta Paloma Carvajalino Suarez, psicóloga clínica especializada en trastornos emocionales y afectivos.
Estas son algunas de ellas:
¿Qué se puede hacer para calmar la ansiedad?
Pensamientos como “no van a controlar esto” o sentir que le falta el aire y que se ahoga en casa pueden ser signos de ansiedad. Y la ansiedad que pueda surgir estos días se puede reducir en casa con unas pautas recomendadas.
- No sigas las noticias todo el tiempo. Trate de informarse solo en ciertos momentos del día. Es importante hablar o pensar en temas distintos a la situación de crisis actual.
- Practica una buena higiene. Cuida tus hábitos y rutina de higiene. Por ejemplo, aunque no vayas a trabajar, sigue las mismas prácticas de higiene, como ducharte y vestirte antes del desayuno.
- Comparte tus miedos con familiares y amigos. Es importante compartir sus sentimientos con los demás. Comparte algo que nos entristece, o si algún día estamos especialmente deprimidos, llama a un familiar o amigo y compártelo.
- Identificar pensamientos negativos. En esta situación de encierro, los pensamientos negativos pueden verse reforzados si no los controlamos. Intenta identificarlos y, cuando surjan, cambia tu atención a otros temas más positivos o útiles.
- Evita la introspección constante. Podemos pasar tiempo en casa viendo nuestros asuntos. Si tenemos síntomas o no los encontramos peor que ayer. Se recomienda prestar atención a su bienestar, pero de vez en cuando, y no constantemente.
- Usa algún método de relajación. La capacidad de relajación es fundamental en momentos de tensión o estrés. Encuentra una manera de ayudarte. Por ejemplo, la música, la respiración profunda o cualquier otro recurso que utilices normalmente para relajarte.
- Lleva una dieta saludable y haz ejercicio. En esta conclusión, es importante continuar con una dieta sana y equilibrada. Y si es posible, haz ejercicio en casa.
- Organiza tus rutinas. Las rutinas también son importantes. Aunque estemos en casa, podemos mantener cierta rutina diaria y planificar un poco nuestro día. Ten un plan diario.
- Buen descanso. Continúe descansando como antes. Si está trabajando desde casa o no está trabajando ahora, configure la hora para acostarse, el despertador para levantarse e irse por la mañana.
- Participar en actividades intelectuales. También puedes dedicar algún tiempo del día a actividades intelectuales. Por ejemplo, leer, hacer un curso en línea o llevar un diario de los días de encarcelamiento. Haz lo que te gusta y te interesa.
- Encuentra algo de tiempo para ti. Si es posible, y especialmente si vives con otras personas, puedes tomarte un tiempo de tu día para ti. Enfócate en ti por un momento para hacer lo que quieras. Por ejemplo, no hacer nada, bañarse, tomar un café solo o charlar con un amigo.
- Forma tu equipo. Finalmente, recuerda el tuyo. Cuenta con las personas que amas, tu familia, tus amigos. Manténgase en contacto y forme un equipo de crisis para preguntar cómo está o simplemente para hablar de vez en cuando.
Estás en proceso de cambio: reconsidera qué y quién quieres en tu vida
transición de mediana edad. A veces, los momentos difíciles nos impulsan a pensar profundamente. Esta falta de ganas de quedar con amigos o compañeros puede deberse a que te estás planteando hacer un cambio.
Los momentos de crisis nos obligan a replantearnos qué queremos en nuestra vida ya quién queremos en ella. Este proceso lleva tiempo, por lo que suele tomarse un tiempo libre para pensar y tomar una decisión.